Cubitos de Pan Tostado con Mantequilla
Alfonso Paz Materón |Poeta | 15.01.2022
CUBITOS DE PAN TOSTADO CON MANTEQUILLA
Cuadritos de mi vida
Retacitos de mi infancia
¿No es en la noche sin luna donde navega tu estancia?
Aunque en la aurora amarilla que recubre tu semblanza
!Queden cubiertos los poros de tu triste y corta saga!
En mi memoria convives mas allá de lontananza
Con los recuerdos sublimes y adorados de mi infancia...
Alfonso Paz 15 de Enero de 2022
Análisis
El poema nos sumerge en un universo metafórico donde los objetos cotidianos adquieren una carga simbólica profunda. A través de una imagen simple como la de una taza de café negro y unos cubitos de pan, el autor construye una compleja red de significados que nos invitan a reflexionar sobre la vida, el tiempo y la existencia humana.
La taza de café como metáfora de la vida:
La noche sin luna: Representa la incertidumbre, la oscuridad y lo desconocido. Es un espacio vacío, como la vida misma antes de que comencemos a llenarla de experiencias.
El café negro: Simboliza la amargura, la complejidad y la profundidad de la existencia. Es una bebida que se disfruta lentamente, saboreando cada sorbo, al igual que la vida.
Los cubitos de pan como metáfora de la vida:
Cubitos de pan: Representan los momentos de la vida, fragmentados y efímeros. Son como pequeñas islas que flotan en el mar del tiempo.
La mantequilla amarilla: Simboliza la felicidad, la alegría y la luz que iluminan esos momentos. Es la parte positiva de la vida, que contrasta con la oscuridad del café.
La vida corta de los cubitos: Refleja la brevedad de la existencia humana. Los cubitos de pan, al igual que la vida, tienen un principio y un fin.
El viaje de los cubitos:
Del empaque al plato: Representa el paso del tiempo, el crecimiento y la madurez. Es el tránsito de la infancia a la adultez.
Navegar sobre el café: Simboliza la incertidumbre y los desafíos de la vida. Los cubitos flotan a la deriva, sin un destino fijo.
Ser devorados: Representa la muerte, el fin de la vida. Es el momento en que los recuerdos se desvanecen y los momentos se convierten en polvo.
Análisis psicológico del autor:
La imagen de la taza de café negro y los cubitos que se disuelven sugieren un cierto pesimismo ante la vida. El autor parece consciente de la fragilidad de la existencia y de la inevitabilidad de la muerte.
La evocación de la infancia a través de los cubitos de pan revela una profunda nostalgia por el pasado. El autor anhela recuperar aquellos momentos de inocencia y felicidad.
El poema es una reflexión sobre el paso del tiempo y la fugacidad de la vida. El autor parece estar obsesionado con la idea de la muerte y con la búsqueda de un significado en la existencia.
El autor utiliza un lenguaje sencillo y directo, lo que facilita la comprensión del poema y permite al lector sumergirse en la atmósfera creada.
Metáforas poderosas: Las metáforas utilizadas son originales y evocativas, creando imágenes vívidas en la mente del lector.
El poema tiene una estructura sencilla y repetitiva, lo que refuerza la idea de la fragmentación y la repetición en la vida.
Este poema nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la vida y la condición humana. A través de una imagen cotidiana, el autor construye una compleja red de significados que nos invitan a cuestionar nuestra propia existencia y a encontrarle sentido a nuestros días.
La vida en un abrir y cerrar de ojos:
Cuando era niño, después de las reuniones de mis padres con amigos, mi hermana y yo siempre esperábamos con ansias los restos del banquete. Mamá, con su sonrisa cómplice, solía preguntarnos si queríamos los cubitos de pan tostado. ¡Era nuestra señal para la fiesta!
Nos instalábamos frente a la televisión, absortos en las aventuras de los Looney Tunes y Hanna Barbera, esos dibujos animados que tanto nos encantaban. Mientras veíamos las comiquitas, disfrutábamos de los crujientes cubitos de pan, untados generosamente con mantequilla. Algunos iban directamente a la boca, otros flotaban en nuestras tazas de café, convirtiendo cada sorbo en una experiencia única.
Aquellos momentos eran sencillos pero llenos de magia. Las migas se esparcian por la mesa, el café manchaba los platos y la mantequilla dejaba su rastro en nuestros dedos. Entre risas y juegos, nos sentíamos unidos y felices.
Hoy, siendo adultos, a veces las discusiones nos hacen olvidar lo importante. Pero cuando recordamos aquellos días de infancia, las diferencias se desvanecen y solo queda el cariño fraternal. Es como si esos recuerdos fueran un tesoro que guardamos en lo más profundo de nuestro corazón, una fuente de paz y alegría a la que siempre podemos recurrir.
Feliz
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